Tomorrow never dies

Echemos la vista hacia atrás y veamos todo lo que hemos evolucionado. Recordemos cuando eramos pequeños, cuando darse un simple beso era algo prohibido, cuando no teníamos que preocuparnos de nada, sólo de divertirnos, ser felices, pasarlo bien, cuando lo peor que te podía pasar era que te pusieran algo de comer que no te gustara, o que tus padres no te dejaran ver los dibujos animados en la tele... De repente con el paso de los años la cosa se va complicando, empiezan a aparecer los problemas, peleas con amigos, te das cuenta de que ahora los enfados no se solucionan así porque sí, ya empiezas a tener responsabilidades, vas experimentando esa cosa a la que llamamos amor... Cuando ya tienes una cierta edad tienes que pararte y pensar: ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy...? Entonces es cuando tienes que reflexionar sobre todo lo que has hecho: las cosas buenas, las cosas malas, lo que te hace pasarlo mal, lo que no... También hay que pensar sobre todo lo que has vivido, lo que no, lo que te queda por vivir, lo que nunca has experimentado, todo lo que si que has experimentado...  Y después de haber reflexionado es cuando sigues con tu vida, intentando cambiar lo que no te haga ser feliz, lo que te impida seguir adelante, pero siempre con una sonrisa en la cara, porque ¿para qué sirve estar triste? Si te pones a pensarlo eso no sirve de nada, ¿con eso vas a solucionar algo?¿vas a hacer que tus problemas se vayan? ¿te crees que con unas simples gotas que salgan de tus ojos todo te va a ir mejor? Pues no, eso nunca pasará. Hay que aprender a llevar la vida, sin dejar que nadie pase por encima tuya, que se ria de ti o que te trate mal. Lo único que hay que hacer es vivir cada momento como si fuera único, como si no lo fueras a repetir, ya que las cosas nunca vienen dos veces.